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Lo social, presente y futuro

martes, 10 de diciembre de 2024

No es aceptable que el componente de “sensibilidad social” que caracterizó al socialismo, la democracia social o el socialcristianismo —mucho de lo cual se englobó bajo el término “progresismo”— quede relegado al pasado, mezclado con aspectos criticables que, por diversas razones, fueron perdiendo terreno en el ánimo colectivo.

Ese elemento esencial debe trascender y sobrevivir al quiebre histórico que estamos viviendo, en el cual los nuevos modelos de sociedades tecnologizadas tienden hacia el individualismo, la insensibilidad y un pragmatismo deshumanizante.

No podemos considerar como un defecto de las sociedades previas el valor de la sensibilidad social. En todo caso, puede revisarse, criticarse o incluso replantearse su implementación, pero lo que necesitamos ahora son propuestas concretas, además de críticas.

Aunque no profundizaremos aquí, es importante mencionar que los mitos desempeñan un papel fundamental al dar origen a las ideas, ideologías y creencias. Es válido preguntarnos: ¿de dónde provienen estas ideas? Por ejemplo, el mito del “hombre hecho a sí mismo”. ¿Qué respaldo experiencial e histórico tiene?

¡Ninguno! No habríamos llegado a figuras como Henry Ford o Elon Musk sin la Revolución Industrial ni los innumerables aportes acumulados a lo largo de la Historia.

Estamos atrapados en conflictos entre intereses particulares. Es imperativo avanzar hacia una nueva etapa que priorice los intereses de todos.

Es momento de que reimaginemos el futuro, no solo desde la innovación tecnológica, sino desde una sensibilidad renovada que reconozca nuestra interdependencia como sociedad. No se trata de renunciar al progreso, sino de integrarlo con un sentido más humano y conjunto. La pregunta ya no es solo qué podemos lograr, sino cómo lo hacemos juntos.

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