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Tiempo

lunes, 22 de octubre de 2018

Con el interés de profundizar en el tema del “tiempo” y su posible manejo es que comenzaron a correr estos renglones. Claramente este interés le da un encuadre y pone limites al tema, dejando fuera muchos aspectos que pueden ser relevantes para otros puntos de vista.

Se busca no alejarse demasiado de la experiencia, si bien no se descarta lo conceptual, se pretende aquí y de ser posible, avanzar en la comprensión de la propia vivencia sobre el asunto. Esto puede resultar teóricamente “pobre” pero eso no interesa en esta ocasión. No será equivalente revisar el elemento “tiempo” en sí, que hacerlo, en relación a la experiencia que de él se pueda tener.

Ante la pregunta de ¿qué utilidad puede tener esto? en el sentido de la profundización, la respuesta es que, todo avance de comprensión permite una nueva forma de estructurar mentalmente un tema. Sólo como ejemplo y sin hacer una valoración de posturas: no será lo mismo creer que el día soleado es tal, gracias a la ayuda de algún patrono, o a la buena suerte, que conocer el funcionamiento del clima, las estaciones, las previsiones, etc.

I

No se pretende aquí definir o desarrollar aspectos del tiempo en sí, aunque sí se intenta ordenar, en alguna medida, lo que se presenta en la experiencia vital en relación a este aspecto. Básicamente la experiencia del tiempo dada por el transcurrir, se encuadra en los tres tiempos de conciencia, es decir, el pasado, el presente y el futuro, son estas separaciones las que ponen en cierto lugar a lo que llamamos “tiempo”. Hay aspectos generales sobre esta disquisición que son comunes o aceptados y otros que son más particulares o bien subjetivos. Hay también diferentes hipótesis científicas y filosóficas respecto al espacio-tiempo, aunque estas generalidades están lejos de la experiencia cotidiana y en este escrito se intenta avanzar de la particularidad, de cómo se presenta la experiencia del tiempo, hacia alguna compresión de mayor profundidad.

Nadie duda que la Roma antigua, pertenece al pasado de todas las generaciones actuales, sin embargo, algo de todo aquello está en el presente de quien hoy visita el coliseo y también es parte del futuro de otro que planifica un viaje turístico. Por lo tanto la situación respecto de Roma puede englobar diferentes tiempos de conciencia. Entonces qué es aquello de ese objeto que pertenece estrictamente al pasado: la Roma imperial de Julio Cesar. Pero no cualquiera de los restos que le sobrevivieron a su caída.

Si nos ponemos precisos, pasado es todo aquello que ya pasó, presente es sólo este instante y futuro será lo que todavía no es. Ahora en estas distinciones que son tan precisas, en la experiencia individual, las cosas suceden aleatoria o intencionalmente combinado los diferentes tiempos, pues la memoria, donde está lo hecho aparece, de alguna manera, en los otros dos “cortes” que se hacen del transcurrir.

Por ejemplo, ante el futuro inevitable de alguien agonizante, ya no es futuro ir a ver una película, ha quedado exclusivamente en su pasado. Aunque para otro que también fue al cine eso es parte de su pasado, pero como cree que podrá ir nuevamente otro día, será su “pasado-futuro”. Es más, si se cree que, muchas cosas del pasado, aun están al “alcance de la mano” no serán exclusivamente “pasado”, aunque la experiencia de haberlas “vivido” esté allí, aunque, todavía se mantiene abierta la posibilidad de reencontrarlas en un futuro.

También se podría decir que presente es este año o que todas las generaciones que comparten este momento histórico, son el presente. Pero estos “saltos” requieren de aclarar los diferentes puntos de vista utilizados.

Por lo visto hay algunas cuestiones objetivas en cuanto a lo que es considerado pasado, la Historia, la memoria y sus recuerdos. Aunque también hay aspectos subjetivos que se relacionan con la situación de cada conciencia, si se es joven o anciano, etc. Estas particularidades no descartan lo pasado, aunque si lo combinan de diferentes maneras con el presente o futuro. Es decir que no es para todos los observadores que, las cosas del pasado, ya estén allí sin remedio y sin posibilidades de reencuentro.

No hay medición del tiempo que escape a lo pasado, presente y futuro o las diversas combinaciones en que se complementan.

En cuanto al espacio, que siempre aparece ligado al tiempo, qué se puede decir. En principio encontramos el espacio de la conciencia, es decir el “espacio de representación”, luego los espacios por donde se desenvuelve el cuerpo con todas sus variantes geográficas y situacionales. Además, los espacios utilizados para “encuadrar” el tiempo, todos los aparatos creados para medir su extensión (relojes, calendarios, ciclos, etc.)

En cuanto al futuro, comparándolo con el pasado, la situación resulta más indefinida... Por ejemplo, se puede imaginar que se irá a la cocina en unos minutos, también qué trámite se hará mañana, es decir, no resulta difícil imaginarse a futuro ciertos desplazamientos del cuerpo en el mundo de los otros y entre las cosas. Ahora cuando se trata de imaginar o representar el tiempo futuro en general, así como se hace con la memoria, a través de relatos de la Historia, el asunto se dificulta...

Se puede quizás a través de la “ciencia ficción” vislumbrar un futuro subjetivo, algo similar a aquello que dan los diferentes libros de Historia, aunque con estos últimos aparte de la observación personal que hace el investigador, se puede acceder a muchos testimonios materiales que fueron dejando las culturas pasadas. Cosa que no es posible hacer con la ficción futura.

En este último caso -de la ciencia-ficción- se ven en general muchos instrumentos desarrollados que están en el presente, ya en utilización o en proyectos de laboratorios, aunque no es común ver en esas historias, aspectos humanos proyectados y cambiados radicalmente, como sí lo muestran los objetos. Salvo algunas irrupciones de la biología que, sola, hace arreglos genéticos o también, se imaginan, intervenciones médicas que a través de distintas prótesis mejoran al cuerpo. Es decir, se ven las mismas características culturales actuales aunque viviendo o viajando por el espacio y el tiempo a velocidades hoy imposibles y a lo sumo, cambios físicos.

Sin embargo, si vamos hacia atrás, nadie duda que en muchos aspectos no sólo cambiaron los objetos de uso cotidiano, se mejoró científica y técnicamente sino que, muchos aspectos de la conducta humana, fueron transformándoce. Claramente éstas visiones de las novelas surgen de algún trasfondo que, le otorga a lo técnico, mayores posibilidades que al cambio del ser humano (Como dijo un poeta: "...cambia más rápido una ciudad que el corazón de las personas...").

Aunque en rigor, el ser humano irá transformándoce también por la utilización de lo técnico, que a su vez surge del ingenio de otros que van re-alimentando todo el proceso. Con lo cuál una ciencia ficción que no otorgue cambios a las conductas futuras de sus protagonistas es una visión incompleta de un mañana posible.

Hasta aquí se ve que el tiempo tiene relación con el observador o la conciencia, más allá de que existan ciertas convenciones generales, pero es en el transcurrir, para cada persona, en donde se experimenta el paso del tiempo. Su ubicación en el cuerpo y en su espacio, le da la perspectiva para su ordenamiento (pasado-futuro y aquello que no entra en alguna de esas dos categorías).

Existirá entonces alguna posibilidad de “escapar” a esa categorización del tiempo, será posible abstraerse de ese ordenamiento y acceder a un tiempo diferente, no determinado por la actividad de la conciencia, del cuerpo y de su ubicación.

Esto podría ser posible, pero ¿cómo?

Hay algunos testimonios confiables que muestran el adelantamiento a hechos por suceder y que más tarde se confirmarían. Como también el esclarecimiento de eventos que ya sucedieron. Además la vivencia de acontecimientos que, en un mismo presente, fueron captados por alguien que no estaba en el espacio físico donde aquello ocurría. Ejemplos éstos que muestran alguna posibilidad cierta.

II

No hay pensamiento, emoción ni acción que no surja de la interioridad, ese espacio no es tan claro pues se trata de un trasfondo que nutre a las manifestaciones más externas, o sea a la idea, a la pasión y al acto humano. Por ello se lo puede abordar desde la metafísica (del griego, «más allá de la naturaleza») rama de la filosofía que estudia los principios fundamentales de la realidad. Esto incluye la aclaración e investigación de algunas de las nociones fundamentales con las que entendemos el mundo, como entidad, ser, existencia, objeto, propiedad, relación, causalidad, tiempo y espacio.

Por tanto, desde esta visión, vemos una cierta dependencia de nuestras posibilidades y direcciones a esos principios anteriores a nuestro actuar en el mundo. Estos fundamentos dinámicos sobre los que nos vamos moviendo, son básicamente culturales (lo bueno, lo malo, lo posible lo imposible, lo deseable, dios y su opuesto, patria, género, naturaleza, ser humano, universo y etcéteras).

En épocas como ésta es justamente en aquellas profundidades donde se producen los “derrumbes” y “crujen las placas geológicas”, ya no se trata simplemente de adecuaciones externas simples, sino que se están tocando esos principios “metafísicos” donde se asientan las culturas. Esto explica, en parte, las reacciones sociales tan divergentes o a veces increíbles. Como se mueven las “bases” o los fundamentos, se comienza a improvisar buscando salidas (con temor, urgencia, desesperación o libremente desde el fracaso).

En esta suerte de desbarajuste “sordo” (aunque cada vez más ruidoso) encontramos los impedimentos y también las posibilidades para avanzar en el espacio-tiempo. Pues lo posible y lo imposible, más allá de las fantasías, comienza a estar en duda, así como tantas otras cosas.

Es ante las diferentes crisis cuando se puede meditar sobre nuevos principios y fracasar, de ser necesario, con los heredados históricamente, esta renovación progresiva, no es algo menor sino central. Pues a veces en la propia conducta se alcanzan a ver, las contradicciones que existen entre viejas y nuevas valoraciones. Pero se reconoce que estos cambios no son fáciles, no es simplemente introduciendo una idea interesante, en esa profundidad, la forma que nos permite cambiar ese trasfondo. No se puede introducir un nuevo elemento en un espacio ya colmado, además, se necesita una suerte de vehículo para que lleguen hasta allí.

No parece que basten ideas sueltas sino más bien, argumentos más completos y con la carga que da el afecto, lo que parece llegar a las profundidades de la conciencia. Esta suerte de relato mítico, tiene que ser sentido y no simplemente transmitido por alguien, aunque las verdaderas enseñanzas, sin dudas, que son vitales pues nos ofrecen herramientas y mapas para movernos en tierras ignotas.

Los principios de referencia no pueden ser muchos, ni muy complejos, pero sí tienen que ser encontrados, elegidos y utilizados para ir meditando sobre la propia conducta, al advertir cotidianamente que hay pensamientos, emociones y acciones que no responden a ese nuevo rumbo. Este es un trabajo de perfeccionamiento (no para alcanzar una perfección) sino para ir alineando y puliendo con flexibilidad todos los centros vitales desde una nueva visión del mundo.

Este fortalecimiento al que aspirar no será sólo externo, deberá ser también concebido en el volumen interior para que tenga alguna potencia y con ello intentar reforzar todo lo externo que sea materialización de ese nuevo mito.

Así y entre tantas otras cosas, será posible ir dejando imposibilidades y falsedades alimentadas por una antigua forma cultural y acercarse, con humildad, a posibilidades ciertas de experiencias con el tiempo y la proyección en diferentes espacios.

III

Las posibilidades de silenciar la manifestación del tiempo en la conciencia, fue vislumbrada por muchos pueblos desde épocas remotas. Había necesidades y búsquedas en la vida cotidiana, que iban más allá del tiempo lineal y para intentar satisfacerlas se desarrollaron modos.

Históricamente los procedimientos que buscaban “contacto” con otra manera del tiempo y del espacio (adivinaciones, impetraciones, contacto con seres y otros prodigios), cosas que conocieron distintas culturas, en general eran desarrollado por especialistas, éstos se preparaban desde aspectos simples hacia otros más complejos; ahí estaban los sacerdotes, las sibilas, las pitonisas, los augures, los chamánes, taumaturgos, etc.

Visto desde una perspectiva externa, se marcaba una separación con la gente en general y esto de especializarse, en algunos casos, fue utilizado para detentar poder sobre los demás, desvío que muestra siempre y en todo lugar un alejamiento del interés inicial. Sin embargo, más allá de estos aspectos no deseables, en principio esta separación implicó la necesidad de tener algún adiestramiento especifico y una preparación distanciada de la vida cotidiana.

Sin hacer una gran investigación y sin entrar en las interpretaciones que se hicieron desde “afuera”, no cabe dudas que, los antiguos, algo sabían y algunos creían en sus mitos fuertemente, así rondaban experiencias con diferentes manifestaciones del espacio-tiempo y la energía.

Genéricamente, la preparación consistía en atender tres aspectos o campos. En primer lugar el físico (ayunos, retiros, cercos físicos, consumo de sustancias (desde mascar hojas de laurel, oler ciertos humos o ingerir diferentes tóxicos); en segundo lugar, el mental (cercos mentales, emplazamiento, ciertas concepciones, como dirección y posterior traducción) y por último el campo espiritual (propósitos, mitos, deseo de servir a otros, dioses, etc.) era importante que estos tres items se pudieran alinear o sincronizar.

Más allá de que pueda sonar rimbombante todo esto, es cierto que, el intento de ir en esta dirección se va topando con impedimentos para entrar en esa rara “frecuencia”, pero también se van descubriendo puntos de apoyo a considerar en estos “campos” que se mencionan. La falta de preparación de estos temas se experimenta como una suerte de frontera entre mundos, uno denso y otro sutil. En este sentido la palabra “depuración” aclara una dirección en este “procedimiento” que se esta repasando.

En síntesis parece que la atención y manejo de estos aspectos del “proceder” están más relacionados con las fallas, errores o fracasos de los experimentos que, la duda o imposibilidad de “éxito” de lo que aquí se está explorando. Si hay que dudar de algo, es más equilibrado hacerlo del procedimiento y su perfección que del mundo al que se pretende invocar. No porque sí, sino porque al parecer es el procedimiento el que abrirá o no las puertas de todo el asunto.

De acuerdo a esto entonces, parece necesario ir puliendo un “procedimiento” que permita alinear estos 3 campos (cuerpo, conciencia y lo espiritual).

IV

Redondeando los aspectos que se mencionaron hasta aquí y recordando el interés inicial se sintetiza esto: Se comenzó con el tiempo y el espacio y su vivencia habitual, se mencionaron las posibilidades de escapar a su determinada linealidad. Se vio cómo las concepciones “metafísicas” son una dependencia que se tiene y la necesidad histórica de renovación de las mismas, no por capricho sino por imperio de las circunstancias o intención (nuevos mitos). Además se repasó, de manera un tanto superficial, la importancia de procedimientos para alcanzar inspiraciones que traduzcan otros espacios y tiempos.

Todos estos aspectos que, no estaban ligados en el comienzo, fueron apareciendo vinculados en el transcurso de la reflexión.

Queda la visión de que todo esto se trata de un proceso donde se va avanzando en distintos aspectos y que es necesario, cada tanto, estudiar, experimentar, reflexionar y retomar temas que van quedando como “vistos” y que justamente el “avance” pone en evidencia y muestra, la necesidad de revisarlos pues pueden admitir nuevos grados de profundización.

“Somos una parte de la humanidad que está buscando producir en sí misma los cambios que el proceso histórico va demandando. Dar respuestas a la orfandad que la falta de “vida” o más bien la muerte de los viejos mitos está dejando. Esta gran coyuntura histórica, es de gran dificultad, la “vivificación” de todo lo que continuará no es simple.

Por eso no es sencillo el intento, pero, es el camino y la aparición del registro de compasión afectiva hacia los otros, un indicador en este proceso”.

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